Por tanto, si sienten algún estimulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento.
Filipenses 2:1,2
Cómo definimos el matrimonio? La palabra griega básica para “casarse” o “matrimonio” es gameo, que es derivada de la raíz de la palabra “gema”. Esa raíz significa literalmente “fundirse juntos”. La fusión de elementos diferentes en uno solo describe el proceso por el cual las gemas o piedras preciosas son formadas en lo profundo de la tierra. Este proceso es también una descripción apropiada del matrimonio.
Las gemas preciosas, como diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros, son formadas en la profundidad del suelo con elementos ordinarios que son sometidos a gran cantidad de calor y presión masiva durante un amplio periodo de tiempo. El calor, la presión y el tiempo al trabajar juntos pueden transformar el material mas común en algo extraordinario. Tomemos el carbón como ejemplo. El carbón es formado cuando la madera parcialmente descompuesta u otro tipo de planta es combinada con la humedad, en un ambiente aireado, bajo el calor y la presión. Este proceso no pasa de la noche a la mañana, requiere siglos.
Aunque el carbón tenga básicamente la forma de carbón que conocemos, los elementos que lo constituyen pueden ser aun reconocidos en un análisis químico. El carbón que permanece en la tierra el tiempo suficiente(miles de anos) bajo calor continuo y presión, tarde o temprano es transformado en diamante. Químicamente el diamante es carbón puro. Los distintos elementos usados en su formación ya no pueden ser identificados. La presión los ha fundido en un solo elemento, inseparable. Y el calor da ala diamante su brillo.
El matrimonio como Dios lo diseño, es como una gema preciosa. Ante todo , se desarrolla con el tiempo. Los diamantes no se forman en diez anos; requieren milenios. Nos toma solo unos minutos casarnos, pero edificar un matrimonio requiere una vida. Esta es la razón por la que Dios estableció el matrimonio como una relación permanente, para toda la vida. Debe haber tiempo suficiente para que dos personas, con personalidades distintas y trasfondos separados, sean fundidas juntas como una carne.
En segundo lugar, el matrimonio cristiano se hace mas fuerte bajo la presión. Un diamante es la sustancia mas dura sobre la tierra. Millones de toneladas de presión durante miles de anos, funden y transforman la materia carbonizada en un cristal que puede resistir cualquier ataque. Un diamante solo puede ser cortado en ciertas condiciones y al usar instrumentos diseñados especialmente. De un modo similar, las presiones externas templan y refuerzan un matrimonio devoto, al conducir al marido y la esposa aun mas cerca uno del otro. Así como la presión purifica un diamante, también los problemas diarios y los desafíos de la vida purifican un matrimonio devoto. El esposo y la esposa afrontan la presión juntos. Cuanto mas difíciles se hacen los problemas, su unión se vuelve mas fuerte. El matrimonio fusiona a dos personas diferentes en una, de modo que bajo la presión se vuelvan tan rígidos que nada pueda quebrarlos.
Los matrimonios cristianos y los no creyentes responden de manera diferente a las presiones. En el mundo, cuando las cosas se ponen difíciles, las parejas se agrietan; como aquellos dos pedazos de madera pegados, están vinculados, pero no fundidos, porque el calor y la presión de la vida los dividen. En contraste, aquel mismo calor y esa misma presión funden a una pareja cristiana y los une, de modo que su matrimonio se vuelve cada vez mas fuerte, hasta que sean inseparables e irrompibles.
El matrimonio nunca se reduce a que dos personas estén juntas, sino que es una colisión, un impacto entre sus historias. Es un choque entre culturas, experiencias, memorias y hábitos. El matrimonio es una hermosa adaptación con otra vida.
La construcción del matrimonio fuerte requiere tiempo, paciencia y mucho trabajo. Uno de los ajustes mas difíciles que uno afronta es cambiar de la soltería a la vida de casado. Seamos honestas: las personas no cambian de la noche a la mañana. Cuando nos casamos, nos casamos con alguien mas que una persona; “NOS CASAMOS” con una familia entera, una historia completa de experiencias. Por eso, a menudo, es tan difícil al principio entender a esta persona a que hora comparte su casa y su cama. Los dos traen a su matrimonio 20 o 30 anos de experiencias de vida que determinan la manera en que tu ves y respondes al mundo. La mayoría de las veces, se descubre que uno ve muchas cosas de una manera muy diferente que el otro. La diferencia de puntos de vista es una de las fuentes mas grandes de tensión y de conflicto en los matrimonios jóvenes. La adaptación a estas diferencias es critica para la supervivencia matrimonial. Lamentablemente, muchos matrimonios fallan precisamente en este punto.
Filtramos lo que vemos y oímos a través del lente de nuestras propias experiencias. Tragedias personales, abuso sexual o físico, calidad de vida de nuestra familia mientras crecíamos, nivel educativo, fe o carencia de fe; cualquiera de estas experiencias afectan el modo en que vemos el mundo que nos rodea. Nos ayudan a formar nuestras expectativas de vida e influencian nuestra manera de interpretar lo que otra gente dice o nos hace.
Ninguno de nosotros entra al matrimonio “limpio” De una manera u otra, cada uno trae su propio equipaje emocional, psicológico y espiritual. Independientemente de lo que nuestro esposo diga, lo escuchamos a través del filtro de nuestra propia historia y experiencia. Y nuestro esposo oye todo lo que nosotras decimos del mismo modo. La comprensión y la adaptación a esto requieren mucho tiempo y paciencia.
Con el tiempo y bajo las presiones de la vida diaria, un esposo y esposa llegan a comprenderse uno al otro cada vez mas. Comienzan a pensar de modo parecido, a actuar de la misma manera y aun a sentirse igual. Aprenden a percibir el humor del otro y a menudo reconocen que le sucede sin siquiera preguntarle. Gradualmente sus actitudes personales y puntos de vista cambian y se tornan mas próximo al del otro, de modo que su modo de pensar ya no sea mas el “suyo” y el “mío”, sino el “nuestro”. Es allí cuando la calidad del matrimonio, que se asemeja a una gema, brilla mas intensamente. La fusión crea la unidad.
Un matrimonio cristiano también se parece a una gema preciosa en otro sentido. Normalmente, no encontramos gemas simplemente al caminar y mirar en la superficie de la tierra, como cuando buscamos caracoles sobre la playa. Para encontrar gemas, tenemos que cavar profundamente en la tierra y trabajar con el cincel en la dura roca. Del mismo modo, nunca obtendremos esta clase de matrimonio conforme al plan de Dios con tan solo seguir a la multitud o al hacer lo que los demás hacen. Tenemos que cavar profundamente en el corazón de Dios para descubrir sus principios. Las gemas preciosas son raras, y así también lo es un matrimonio genuino. No hay formulas fáciles ni atajos. Tenemos solo la palabra de Dios para instruirnos y su Espíritu para darnos el entendimiento y el discernimiento, pero eso es todo lo que necesitamos.
Entonces el matrimonio es una institución ordenada por Dios, una relación de toda la vida entre un hombre y una mujer. Con el tiempo y bajo mucho calor y presión de la vida, dos personas involucradas en el convenio del matrimonio, se unen y se pierden una en la otra, a tal punto que se hace imposible decir donde termina una y donde comienza la otra. El matrimonio es un proceso, una fusión de dos elementos distintos y diferentes en un solo: una joya brillante de amor, fidelidad y compromiso que brilla intensamente en medio de un mundo de modas efímeras y que no permanecen.